lunes, 28 de mayo de 2012

JUEGOS DE NIÑOS-ASTUR MORSELLA-PINTURAS DE :YURI KROTOV

JUEGOS  DE NIÑOS


Juego de niÑos
Poema publicado el 21 de Enero de 2006

para Marcelo,                                                                
Juan Manuel                                                                  


y Hernán.                                                                    
Los juegos infantiles corren en las piernas de los chicos, saltan en        
la rayuela, se dispersan en la mancha y se buscan en las escondidas.        
Después, descansan en el cerebro de los adultos, se introducen en su        
conciencia, son su distracción, su cualidad de ausente, su retorno.          
Es que a todos nos ha costado mucho llegar a ser niños, y, más aún,          
después de ser hombres

.                                                      
Y ahora estamos frenando las ganas de ver bailar un trompo olvidado,        
de sacar más rápido que nadie el revólver de la cartuchera y de              
esconder cofres en el fondo de la casa, donde muchas veces se nos            
unía, en esa co njetural isla del tesoro, el amigo inventado,                
silencioso y leal.  

                                                        
Si a uno le pasa todo esto, dirán: es un niño. Porque la dificultad          
de muchos adultos para regresar a la infancia —aunque sea tan sólo          
por porciones del tiempo— se manifiesta en un torpe desparramar los          
castillos de arena de esas inocentes playas, tan obstinadas. Y dicen        
del otro, del semejante: es un niño, como si lo bello fuera ser              
adulto, como si el mundo de los mayores guardara un orden o una              
armonia inalcanzable, una transparencia

                                    
Ya alguien ha sentenciado que un hombre es lo que oculta. Y lo que          
ocultan los hombres, se nos ocurre, son sus días y sus noches de            
niñez, con sus soldados de plomo que renacen después de cada batalla        
y el sombrero de papel y el palo de escoba para sus hermosos                
desfiles sin augurios. 

                                                     
A veces uno destapa esa cajita de la infancia, saca una imagen dulce        
entre otras muchas. Y no convida a los amigos. Porque es un gusto            
que se revive alejado, en una actitud distraída y oportuna. A veces,        
algunos encuentran en su cajita, junto a un caramelo y un lápiz de          
colores, una imagen amarga o no tan dulce. Y entonces uno revuelve          
mejor, hasta que halla la sonrisa entre un llavero viejo de papá y          
varias tapitas de botellas.

                                                 
Por eso, cuando se habló de la poesía como de “niñez fermentada”, se        
abarcó en verdad todo lo que es poesía; todo lo que es arte, en              
suma. Y de alguna manera, la vida que imita al arte, según la                
ilusión de los estetas o el consuelo de los trashumantes, plásticos,        
aedas, volatineros, arúspices y saltimbanquis.                              
Y si un niño no es un poeta (porque para ser tal los maestros lo            
quieren fermentado), es innegable que cada niño es un poema. Un              
poema que empieza a escribirse solo, sobre una página en blanco. Un          
poema de imágenes, de gestos, de piel y de paz. Con un lenguaje tan          
tácito y tan inteligente que se expresa sin dificultad y sin temor          
de ser comprendido. Un lenguaje que se vive en libertad. 

                   
Es eso lo que han querido desveladas escuelas poéticas, con ismos            
que intentaron sobresaltar la impavidez de la realidad: un volver a          
ser niños, un comunicarse recuperado, un transcurrir en un cosmos            
emocional con habla propia, con los signos primeros, iniciales,              
descubridores. Los signos que, después, estructuran solapadamente            
esa siesta forzada, sin juegos ni frutas verdes, bajo la vigilante          
mirada de mamá, al principio, y luego de los que mandan,                    
simplemente. La siesta morosa y repetida que una convención llama            
vida, ocultándonos en rigor la verdadera vida que siempre está              
despierta, pero en penitencia. 

                                             
Y viene enseguida el otro cosmos, el de ser ya persona o ciudadano,          
el de la relación cortés y racional, el de las maneras y las manías,        
envuelto en la reflexión de que en un mundo así no vale la pena              
tener ilusiones. Y en cambio de ello ¿qué?                                  
Por eso los niños son los únicos que tienen razón y, por lo tanto,          
los únicos que merecen ser imitados. Son más maduros en su conducta          
que nosotros: dicen lo que sienten, hacen lo que quieren, reciben su        
premio o su castigo, no tienen miedo de amar o de expresar su amor,          
son honestos con ellos mismos.    

                                          
Sus juegos no son fugas como los nuestros: son su realidad. Sus              
mismas inquietudes contienen más ambición, porque van desde el              
abordaje en el siglo dieciséis hasta la búsqueda de tribus                  
primitivas en la densidad africana y el encuentro de nuevos mundos          
en el corazón de las galaxias. Son los héroes de sus propias                
historias y, mientras en el mundo se hostiliza, ellos despiertan con        
un beso a la bella durmiente del bosque.

                                    
Nosotros no tenemos esa suerte o ese coraje. Pero todavia, si                
queremos, podemos encontrarnos muy alegres en los ojos de un niño.

domingo, 27 de mayo de 2012

A TUS ESPALDAS-AUTOR DESCONOCIDO-PINTURAS DE: HAMISH BLACKELY




Eres lo que no cabe 
en arenas ni mares,
solo en deseos a la luna 
de una mágica noche. 

Allá hay un largo camino
lejos de las distancias,
empaca tus sueños,
y deja lugar para los míos.


Sentémonos en la cima
donde no llega el frío,
bajo aquellas alas
que completan lo divino.

Tus ojos ahora brillan 
como la ciudad iluminada,
tu cuerpo es el cielo
y yo quiero tu infinito.


Acurrúcate a mi lado
y te cuento mil historias, 
mientras usas besos
para pintar constelaciones.

Ahora sólo volemos alto
hasta la corona de estrellas 
donde nadie nos vea
o tan sólo la Virgen alada.


Y si una estatua no nos mira,
me quedo a tus espaldas
para llenarla de caricias
y abrazarla cada mañana. 

HE VENIDO PARA VER-LUIS CERNUDA--PINTURAS DE : SPOLSKY ALEXEL










He venido para ver semblantes 
Amables como viejas escobas, 
He venido para ver las sombras 
Que desde lejos me sonríen. 

He venido para ver los muros 
En el suelo o en pie indistintamente, 
He venido para ver las cosas, 
Las cosas soñolientas por aquí.

 

He venido para ver los mares 
Dormidos en cestillo italiano, 
He venido para ver las puertas, 
El trabajo, los tejados, las virtudes 
De color amarillo ya caduco.
 


He venido para ver la muerte 
Y su graciosa red de cazar mariposas, 
He venido para esperarte 
Con los brazos un tanto en el aire, 
He venido no sé por qué; 
Un día abrí los ojos: he venido.

 

Por ello quiero saludar sin insistencia 
A tantas cosas más que amables: 
Los amigos de color celeste, 
Los días de color variable, 
La libertad del color de mis ojos;
 


Los niñitos de seda tan clara, 
Los entierros aburridos como piedras, 
La seguridad, ese insecto 
Que anida en los volantes de la luz


Adiós, dulces amantes invisibles, 
Siento no haber dormido en vuestros brazos. 

Vine por esos besos solamente; 
Guardad los labios por si vuelvo
.
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